Nací en el seno de una familia sencilla. Mi padre tenía un talento natural para el dibujo
y realizó retratos de sus hermanos durante un largo período de convalecencia por una grave enfermedad.
Sin duda heredé de él esta afición por el dibujo y desde niño utilicé trozos de
carbón para crear pequeños “murales” sobre las paredes encaladas del patio de casa bajo la atenta
mirada de mi madre.
A los diez años ingresé en el seminario de los H.H. Maristas para iniciar los estudios de Bachillerato.
Allí encontré un ambiente que estimuló mi afición por las artes, pues con frecuencia se
organizaban actividades teatrales, musicales, literarias o pictóricas. Tuve oportunidad de pintar grandes murales
de contenido religioso que alcanzaron gran difusión en España e Hispanoamérica.
En 1982 comencé la carrera de Bellas Artes en la Complutense ,siendo alumno de maestros como Agustín Ubeda,
Antonio Guijarro, o José Carralero, quien me concedió una beca de paisaje de fin de carrera. Recuerdo de forma
entrañable los consejos y la dedicación del profesor de dibujo Alvaro Paricio, quien me ofreció la posibilidad de
permanecer en la universidad como profesor agregado, Y , por supuesto, recuerdo con mucho afecto a los compañeros y
compañeras de carrera de quienes tanto aprendí. En la universidad conocí a la pintora Raquel Pérez Fariñas,
madre de mi hija María y compañera de vida e ilusiones artísticas comunes en aquellos años iniciales.
En 1990 el marchante de Arte Sam Benady abre una galería al lado del Museo del Prado y me propone trabajar en
exclusiva con él , realizando una gran labor de promoción de mi obra por prestigiosas galerías
de todo el mundo hasta el año 2008.
Quiero destacar , dentro del trabajo de estos últimos años ,mi participación en el Proyecto Cosenza.
En esta preciosa ciudad calabresa pinté durante dos meses cinco murales de dos por tres metros cada uno,
representando escenas históricas relativas a la influencia Española en esa zona de Italia. Ha sido una
experiencia humana y artística maravillosa, pues me ha permitido compartir mi pasión por el arte con
maestros como Jhon Pickind, Richard Whimcop, Silvia Pecha y Alexander Barberá Ivanov.
Esta experiencia artística
me ha dado a conocer la riqueza prodigiosa de trabajar en equipo en un proyecto creativo, superando manías e
intereses personales para alcazar un objetivo común. Ha sido algo novedoso para mí, acostumbrado a pintar siempre
en la soledad de un estudio, y por lo que me siento profundamente agradecido.
Gracias a mi mujer Rosa María Herrero, por su amor.
Doy gracias a quienes, a lo largo de mi trayectoria vital , me han apoyado para hacer posible este sueño de poder dedicarme
a esto que me hace tal feliz: simplemente pintar!